Los discos de estado sólido, también conocidos como SSD (acrónimo de Solid State Drive), han sido toda una revolución en el mercado. Se caracterizan por conseguir unas velocidades de transferencia y de lectura muy interesantes, superando con creces a las métricas de los discos duros convencionales.
Entre otras ventajas, permiten que los ordenadores puedan arrancar en cuestión de segundos (podrían revivir PCs antiguos) y son mucho más rápidos abriendo programas y trabajando con los mismos.
Pero la tecnología sigue avanzando y podemos encontrar otras tecnologías muy interesantes, como es el caso del NVMe.
Entonces… ¿Qué me conviene comprar, SATA o NVMe? Esto lo vamos a analizar en detalle a continuación.
¿Qué es un Disco SATA SSD y cuál es su diferencia con el NVMe?
Cuando hablamos de SATA o de IDE, nos referimos a las interfaces de transferencia de datos: en otras palabras, la interfaz que se usa para conectar los discos duros al PC. Para funcionar, utiliza el protocolo AHCI, pero también es compatible con el antiguo protocolo IDE.
Cómo ya hemos comentado, la velocidad de transferencia de un disco SATA es mucho más elevada que la de los discos IDE. Se calcula que oscilará entre los 150 MB/S hasta los 600 MB/s.
Estas velocidades son más que suficientes como para usarlas a nivel particular.
Cuando hablamos del NVMe, nos referimos a un protocolo más moderno que ha sido optimizado para poder soportar las altas velocidades que entrañan los discos duros SSD.
Uno de los problemas a los que se tenía que enfrentar la tecnología SATA es un característico cuero de botella que le impediría superar una determinada velocidad.
El protocolo NVMe es un tipo de lenguaje que se considera mucho más eficiente para la comunicación entre el ordenador y los diferentes dispositivos de almacenamiento. Además de lograr un rendimiento más interesante, también ofrece una latencia más ajustada.
¿Qué diferencia de velocidad hay entre un disco SSD Sata y un disco NVMe?
Las placas base que podemos encontrar en la actualidad en el mercado funcionan con SATA III. Con esta infraestructura se puede conseguir una velocidad teórica máxima de 600 MB/s.
Aunque si bien es cierto que se trata de una velocidad más que aceptable, las versiones que no son tan modernas de SATA se han quedado un poco anticuadas (Hay que tener en cuenta que SATA II tan solo puede conseguir unas velocidades de 300MB/s y SATA I no pasaría de los 150 MB/S).
La situación es muy diferente si nos decantamos por las conexiones NVMe; en este caso, las velocidades de lectura serían de hasta 3,5 GB/s; esto supone un incremento de hasta 6 veces más rápido en comparación con la conexión SATA II.
Para que tengamos una idea de la evolución: un disco duro HD convencional de 72’’ RPM funcionaría con velocidades comprendidas entre los 80-160 MB/S. Un disco SSD con conexión SATA 3 funcionaría con una velocidad de hasta 550 MB/S y un SSD con conexión NVMe funcionaría hasta los 3500 MB/s de velocidad.
Teniendo en cuenta estas características, podrás saber que tecnología te conviene más.